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lunes, 27 de mayo de 2019



Hubo una vez una oruga que se dirigía a subir la montaña, en el camino se encontró un saltamontes, que con mucha curiosidad, le pregunto: ¿para dónde vas? La oruga sin si quiera dejar de caminar, le contestó: “anoche tuve un sueño, en el que desde la cima de la montaña podía ver todo el valle, como me ha gustado tanto he decidido poder realizarlo.

El saltamontes al escuchar eso le dijo: “¡Estás Loco! Es imposible que tú, siendo tan solo una pequeña oruga, puedas llegar a la cima de la montaña. Para ti cada piedra sería como una montaña, cada charco un gran mar y cada tronco una muralla impenetrable.”

Sin embargo, la oruga, estando tan decidida no escucho nada de lo que dijo el saltamontes, pues ya iba muy lejos. La oruga siguió caminando, mientras se encontraba a muchos otros animales: Topos, tortugas, arañas, ranas….. Todas con la misma intención: advertirle y decirle que su sueño era imposible, y pedirle que desistiera. Sin embargo, el seguía caminando.

Cuando ya estaba sin fuerzas y muy cansado, construyo en un último esfuerzo un lugar donde pernoctar y descansar. Dijo “Estaré mejor”, y murió. Todos los animales iban a ver sus restos, el animal más loco. Su tumba era un recordatorio y una advertencia para los atrevidos. Una mañana, en que el sol resplandecía, todos los animales se habían reunido alrededor de su tumba, cuando de un momento a otro se quedaron asombrados:

La coraza dura donde estaba comenzó a quebrarse y pudieron ver que un par de ojos y antenas salían. Todos decían: “!esa no puede ser la oruga¡”. Mientras todos miraban asombrados, comenzaron a salir las alas de colores como los del arcoíris: Era una Mariposa.



Luego de eso voló y cumplió su sueño de subir a la montaña. El sueño por el que había muerto y luego vuelto a vivir.

Así es la vida cristiana: muchas veces Dios pone en nuestras mentes grandes sueños e ideas, que para muchos pueden parecer una locura y que con gran fervor tratan de frenarnos y hacernos desistir de ellos. Pero nosotros no debemos escuchar a esas personas, sino al contrario, rodearnos de personas llenas de fe, que nos den palabra de ánimo.  Y más que eso, llenarnos de fe y confianza de que, si el señor nos dio ese sueño, el mismo proveerá y nos ayudara a hacerlo realidad.

¡Confía en él¡ recuerda que nada es imposible para Dios.

Citas Bíblicas:
“Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el señor mi esperanza, para contar, todas tus obras.”
(salmo 72:28)



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