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domingo, 10 de abril de 2016

Estas son algunas de las cosas que no agradan a Dios, y que aunque para muchos no tienen ninguna importancia, para Dios están al mismo nivel de gravedad que el que mata o daña físicamente a otro, pues son cosas que demuestran odio y falta de respeto hacia el prójimo, nuestro hermano.

En Proverbios 6:16-19 dice claramente la Palabra de Dios:

“Hay seis cosas que el Señor aborrece, y siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen (arrogancia), la lengua que miente (mentira), las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo (maldad), el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos (chisme)”.

A continuación mencionaremos detalladamente las cosas que no agradan a  Dios:

La mentira

Mucho dice la Biblia acerca de no mentir y de cuanto desagrada la mentira a Dios (Prov. 6:19, 12:22, Éxodo 20:16, Deuteronomio 5:20), pero sobre todo de cómo serán castigados el día del juicio, todos aquellos que mienten. En Apocalipsis 21:8 dice “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. Como vemos, para Dios el mentiroso está al mismo nivel del homicida, el idólatra o el fornicario.

Para muchos mentir no es malo, pues todo el mundo lo hace y es verdad, nuestra sociedad se ha convertido en una sociedad que miente a diario. Todos mentimos o lo hemos hecho alguna vez, pero recuerda: la mentira no le agrada a Dios y mentir tiene su castigo.

Mentir es engañar y la mentira es del diablo, porque él es el rey del engaño y es su principal recurso para dañar al hombre; satanás siempre va en contra de la verdad que es Jesucristo, negando su existencia y tratando de impedir que el mundo le conozca, por lo tanto mentir es malo y va en contra de Dios y al ir en su contra nos separa de Él.

El chisme y la murmuración

Otra cosa que desagrada a Dios es el chisme y la murmuración. En Levítico 19:16 dice el Señor: “No andéis chismeando ni atentando contra la vida de tu prójimo”, Otra versión dice: “No andes en chismes entre tu gente. No tomes parte del asesinato de tu prójimo”. El chisme no solo desagrada a Dios sino que atenta contra la reputación, el prestigio y buen nombre de nuestro prójimo a quien debemos amar, de nuestro hermano, a quien Dios nos ha mandado cuidar y proteger.

El chisme puede ser un rumor infundado sobre la vida de otros, acusar falsamente a alguien con beneficio propio; es difamar, desacreditar, calumniar o deshonrar a una persona; es difundir escándalos o compartir secretos de alguien más. En otras palabras, es hablar de lo que no se debe, es  entrometernos en la vida de alguien para dañarla, sin su autorización ni permiso, aun cuando sea verdad, y no es bueno a los ojos de Dios.

La venganza

“Mía es la venganza” dice el Señor (Deuteronomio 32:35), y solo Él es quien puede hacer justicia, no nosotros. La venganza es el producto de la ira generada por un agravio, ofensa o daño que hemos recibido, aun de los seres que más amamos, pero la Palabra de Dios dice en Santiago 1:20 que “la  ira del hombre no obra la justicia de Dios”, y si nos dejamos llevar por la ira, es fácil incurrir en la venganza.

La venganza es un sentimiento muy ruin que no solamente daña a nuestro enemigo, a quien queremos cobrarle lo que nos hizo, sino que nos daña más a nosotros mismos y es por eso que es mejor evitarla. Jesucristo vino para enseñarnos su amor y junto con él a perdonar, pues en el amor de Dios jamás puede incluirse la venganza ni el resentimiento, porque son cosas que no agradan a Dios. No te vengarás ni guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo dice  en Levítico 19:18. Es una orden de Dios.

Los anteriores son sentimientos que no agradan a Dios porque atentan contra el prójimo a quien debemos amar y cuidar por encima de todo. Debemos evitar caer en estos sentimientos dañinos no solamente porque afectan nuestra relación con otros sino ante todo, nuestra relación con Dios.

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Tomado de: https://porqueseguirajesus.wordpress.com

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