lunes, 24 de abril de 2017
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
En Habacuc 2: “El insolente no
tiene el alma recta, pero el justo vivirá por su fe” (Habacuc 2:4 NVI).
Porque en el Evangelio
la justicia de Dios se revela por FE y para FE, como está escrito: Mas el
justo por la FE vivirá.” (Romanos 1:17)
En el capítulo uno, Habacuc
hace a Dios algunas preguntas difíciles. Luego dice: “estaré pendiente de lo
que me diga, de su respuesta a mi reclamo”. Y Dios contesta: “Escribe la
visión, y haz que resalte claramente en las tablillas, para que pueda leerse de
corrido. Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su
cumplimiento, y no dejará de cumplirse” (Habacuc 2:2-3)
Alguna vez se ha preguntado ¿porque
me pasa esto a mí? ¿Por qué Dios no me escucha? ¿Por qué los malos les va mejor
que a mí? Imagino que muchas de estas preguntas entre tantas también se las hacia
Habacuc.
La fe en Habacuc no es una fe
intelectual. No quiero que usted crea que el pasaje dice que "el justo
porque cree vivirá," el pasaje no dice eso. La fe en Habacuc no es una fe
de obras. El pasaje no dice: “El justo porque obedece la ley de Moisés vivirá.”
El pasaje no dice eso. Las escrituras nos enseñan ya que por las obras de la
ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la
ley es el conocimiento del pecado. Romanos 3:20 “Ya que por las obras de la ley
ningún ser humano será justificado delante de el; porque por medio de la ley es
el conocimiento del pecado.
La fe en Habacuc es 'emuwnah' que quiere
decir firmeza, fidelidad. El justo cree, y porque cree, es fiel a Dios. El
justo cree y porque cree, es firme a los estatutos de Dios. El justo cree, y
porque cree vive una vida diferente. El justo cree, y porque cree vive una vida
apartada. El justo cree, y porque cree no es arrastrado por las corrientes de
este mundo. Sino que es como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da
su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.
El mensaje para usted y para
mi es que el día del Señor viene otra vez, y el justo por la fe vivirá. Y cada
quien tendrá lo que merece así que amados hermanos caminemos por sendas de
justicia para que no perezcamos sino mas bien vivamos juntamente con el señor.
miércoles, 1 de marzo de 2017
Santiago 3:16 “Pues donde hay
envidias y rivalidades, allí hay confusión y toda clase de mal”.
Envidia: Es el "disgusto
o pesar por el bien ajeno", es la tristeza causada en uno, por el
bienestar de otro..., se dice que uno de los males culturales arraigados dentro
de los países de América es la envidia, de la cual provienen muchísimos males.
En su evangelio, Jesús enseña
que ese sentimiento de envidia se anida en el corazón humano y de ahí, desde
dentro, sale y contamina al hombre ¿Cómo contamina? ¿Qué es lo que produce la
envidia? Entre otras cosas produce: desobediencia, robo, enfermedad, celos,
codicia, crítica, traición, amargura y muerte.
Es decir la envidia en un
punto es orgullosa y egoísta porque la persona pretende ser única, quiere
gloriarse menospreciando a los demás. La envidia pretende destruir a los demás.
“El
corazón apacible es vida de la carne; Mas la envidia es carcoma de los huesos”.
Prov.14.30
Aunque el envidioso sufre por
dentro y se carcome logra algo de alivio temporal al hacer sentir mal a los
demás, cree que “aunque sea” el otro se sienta mal y no disfrute lo que tiene.
Satanás envidio a Dios y a su creación y también nos envidia a los hijos de
Dios, así que cuando alguien envidia está lleno de una raíz terrenal y
diabólica. Si vemos que alguien logra algo bueno debemos admirarlo, alegrarnos
y tomar su ejemplo, para que nosotros alcancemos todas nuestras metas también. Debemos
tener un corazón apacible para que Dios nos de vida.
La envidia genera codicia y va
encaminando a otros pecados, incluso puede llevar a la muerte;
Uno
de esos ejemplos es el de José. Dice claramente en el Génesis 37:11 que sus
hermanos le tenían envidia y por esa envidia quisieron matarlo, pero uno de
ellos le preservó la vida.
“He
visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia
del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu”.
Eclesiastes 4.4
Corintios 13:4 "El amor es sufrido,
es benigno; el amor no tiene envidia..." ¿podrá existir un
"cristiano envidioso"?... sería como decir un negro blanco, o un sano
enfermo.
Otros pueden decir también:
"yo envidio al que tiene una buena vida espiritual; yo sólo envidio en él
su buen testimonio... Pero no, solo cambia de verbo... porque no puedes decir
que envidias; nunca; ese no es el lenguaje de Dios.
Santiago 3:11-12 "Acaso alguna fuente echa por una misma
abertura agua dulce y amarga?. Hermanos míos, puede acaso la higuera
producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua
salada y dulce."
Como superar la envidia:
1) Reconozca sinceramente que usted ha estado
sintiendo envidia por alguna persona y pida el perdón y la ayuda
de Dios para ya no seguir haciéndolo. Recuerde que si
usted ha creído en Jesús como su único y suficiente salvador, el
Espíritu Santo ha venido a morar a su vida y es él quien nos ayuda en nuestras
debilidades.
2)
Ore porque Dios bendiga a la persona. Es casi imposible sentir algo negativo
después da haber orado a Dios por eso.
3) Rechace
cualquier pensamiento que refleje envidia hacia alguien más. ¿Cómo hacerlo?
–Dice 1 de Corintios 10:5 que podemos “llevar cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo”. Cada vez que se sienta mal por las
bendiciones de otros, diga en oración “Señor, gracias por las bendiciones que
le das a -diga el nombre- , en el nombre de Jesús quiero alegrarme
por él (o ella). Si usted hace eso, poco a poco irá aprendiendo a
dejar a un lado la envidia.
Romanos 13:13-14 "Andemos como de día, honestamente; no
en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y
envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de
la carne." Los apóstoles mismos tuvieron el problema... y es que es un
cáncer que hemos de extirpar de la iglesia si queremos vivir en paz. Si fue uno
de los pecados que llevó al Señor a la cruz, no darle cabida en nuestra vida.
Dios tiene mucho para darte,
tu esencia no tiene límites de expansión y crecimiento, tu propósito se trata
de estar bien, libre, bendecido y eso, impartirlo y compartirlo con los demás.
Tu destino y tus bendiciones
tienen tu nombre ¡No hay nada que envidiar! Adelante, ¡conquista tus metas sin
dudar!
martes, 31 de enero de 2017
A veces se nos olvida que somos peregrinos en este mundo, que nuestra
ciudadanía no es terrenal sino celestial. (Filipenses 3:20) Se supone que
cuando permitimos que Jesús entrara en nuestro corazón renunciamos a nuestra
vieja manera de vivir, comenzando así un proceso que durara hasta que Cristo
venga o hasta el día que partamos de este mundo.
Pero lastimosamente en muchas ocasiones después de haber abandonado el
mundo, seguimos viendo de reojo lo que allí sucede y deseando en ocasiones ser
parte de el.
Cuando Dios advirtió a Lot sobre que
iba a destruir Sodoma y Gomorra le dio instrucciones especificas de NO VOLVER A
VER HACIA ATRÁS, de escapar por su vida. De todos es conocido que la esposa de
Lot echo un vistazo a lo que estaba dejando y se convirtió instantáneamente en
una estatua de sal: “Entonces la mujer de Lot miró
atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal.” Génesis 19:26 (Reina-Valera 1960).
Cuando Dios nos saca de un lugar de perdición lo menos que Él quiere es
que volvamos a ver hacia atrás o que deseemos lo que allá hacíamos o peor aun
amemos lo que antes hacíamos o teníamos.
El pueblo de Israel también fue castigado por Dios por recriminar que
estaban mejor en Egipto, olvidando que allí eran esclavos y eran maltratados,
pero parece ser que cuando nos sentimos un poco cómodos somos capaces de
reclamar a Dios cosas de las cuales no tendríamos derecho a reclamar. Su amor
por su vida en Egipto y sus desobediencias y falta de fe los llevo a vagar por
cuarenta años en el desierto antes de llegar a la tierra prometida. (Números
14:33)
Hay un personaje en la Biblia que
ayudaba al Apóstol Pablo en su labor misionera, es mencionado solo tres veces
en la Biblia y las tres veces se refiere a actos misioneros, pero llego un
momento en donde este personaje llamado Demás tomo la decisión de dejar sólo a
Pablo porque amo más las cosas del mundo, la Biblia lo narra de la siguiente
manera: “Demás me ha abandonado y se ha ido a la ciudad de Tesalónica,
pues ama demasiado las cosas de este mundo. Crescente se fue a la región de
Galacia, y Tito a la de Dalmacia.” 2 Timoteo 4:10 (Traducción
en lenguaje actual).
Es triste cuando después de haber conocido el amor incomparable de Dios,
decidimos regresar a ese pozo cenagoso, regresar a nuestra antigua vida
despreciando así todo lo que DIOS hizo por nosotros.
La Biblia es muy directa en describir
lo que pasa después de haber conocido a Dios y regresarse a vivir al estilo del
mundo: “Y cuando la gente escapa de la maldad del mundo por medio de conocer a
nuestro Señor y Salvador Jesucristo, pero luego se enreda y vuelve a quedar
esclavizada por el pecado, termina peor que antes. Les hubiera sido mejor nunca
haber conocido el camino a la justicia, en lugar de conocerlo y luego rechazar
el mandato que se les dio de vivir una vida santa. Demuestran qué tan cierto es
el proverbio que dice: «Un perro vuelve a su vómito». Y
otro que dice: «Un cerdo recién lavado vuelve a revolcarse en
el lodo».” 2 Pedro 2:20-22 (Nueva
Traducción Viviente).
¿Cómo esta nuestra amor por Dios? ¿Cómo están nuestros ánimos de seguir
negándonos a nosotros mismos para seguir cada día a Jesús?, ¿Será que estamos
amando más a Dios que al mundo?, ó ¿Será que estamos amando más al mundo que a
Dios?
Cada uno de nosotros somos responsables
de nuestra manera de vivir, no podemos pasarnos la vida echándole las
culpas a otro de nuestro estado espiritual, cada uno fuimos llamados a vivir
una RELACIÓN PERSONAL con Dios y
somos responsables por mantener esa comunión diaria con Él, pero cuando las
cosas del mundo comienza a atraernos más y comienzan a quitarle el lugar a Dios
en nuestras vidas, entonces vamos directo a un precipicio que lo único que nos
traerá es dolor y hasta muerte espiritual.
¡Vivamos cada día amando al Señor!, negándonos a nosotros mismos,
negándonos a nuestros deseos engañosos, negándonos a lo que quisiéramos hacer,
pero que ahora no lo hacemos porque amamos más a Dios que a cualquier otra
cosa.
Demostremos el amor que tenemos y sentimos por Dios siendo FIELES hasta
en lo que consideramos poco, para que cuando lleguen las pruebas difíciles
podamos seguir manteniéndonos fieles a Él y con ello conseguir una sonrisa de
agrado de Dios hacia nosotros.
¿Has estado pensando regresar a tu vida antigua? ¡Muy mala decisión!,
nada ni nadie te dará lo que Dios te ha dado y tú lo sabes muy bien, por lo
tanto ¡Reflexiona sobre tus decisiones y vuélvete a Dios!, Él jamás se ha
olvidado de ti, no está enojado contigo, no está decepcionado de ti, al
contrario, ahora mismo está con los brazos abiertos esperando que salgas hacia
Él para recibir su perdón y que Él pueda comenzar una restauración total en tu
vida.
Dios te ama con un amor puro y sincero,
por lo tanto: ¡Vuélvete a Él!
Autor: Enrique Monterroza –
destellodesugloria.org
Etiquetas:
con Cristo hacia adelante,
Dios,
Dios me ama,
no vuelvo atras
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lunes, 2 de enero de 2017
¿Qué sueños tienes para el nuevo año? ¿Qué desearías que fuera diferente en ti, tu matrimonio, tu familia, tu trabajo o tu ministerio?
Algunos pudimos haber estado pensando en esto desde finales del pasado enero, cuando nuestras brillantes y nuevas resoluciones ya se habían puesto rancias y habían comenzado a podrirse. ¿Por qué nuestras buenas resoluciones parecen echarse a perder más rápido que un litro de leche y un cartón de huevos?
Demasiadas resoluciones fracasan porque fallamos al orar. Empezamos con valentía, ambición e incluso algo de euforia. Pudiéramos orar por nuestra(s) resolución(es) en ese primer día de enero, así como oramos en el estacionamiento antes de emprender un largo viaje en auto. Pero antes de que hayamos siquiera comenzado a manejar en la carretera del nuevo año, ya hemos dejado atrás la oración, y con esto, el poder necesario para perseverar en cualquier nuevo hábito o conducta.
Sin orar por la ayuda de Dios, nuestras resoluciones más significativas o bien se desvanecen y fracasan por completo, o lo que es peor, parecen tener éxito, pero no reflejan en nada a Dios. Antes de hacer nuevas resoluciones, proponte orar. Si no te propones hacer nada más este nuevo año, proponte perseguir un cambio y crecimiento a través de la oración, y no a través de tu propia resolución.
Con tan solo unas pocas horas restantes del 2016, y un nuevo año que viene rápidamente, estoy pensando menos acerca de lo que voy a hacer de manera diferente, y más acerca de todo lo que Dios puede hacer en mí y a través de mí. Los cambios que más necesito en mi vida: mi vida devocional, mi matrimonio, mis hábitos alimenticios, ejercicio, mi ministerio, no pueden empezar o terminar conmigo, así que debo orar.
Mi nueva oración, sobre cualquier otra oración para el próximo año, es la siguiente:
Señor, enséñame más de ti de lo que ya sé, hazme humilde otra vez con todo lo que no sé, y haz que lo que sé sea más vivo y real en mi corazón y mi vida.
Señor, ayúdame a ver más de Ti que nunca antes.
Cada nuevo día y cada nuevo año, comienza con la misma oración, “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18). Con el Espíritu en nosotros, y las maravillas infinitas de las palabras mismas de Dios delante de nosotros, nunca tenemos razón alguna para estar contentos con lo que ya sabemos. Sin lugar a dudas, deberíamos esperar ver y entender este nuevo año cosas acerca de Dios que nunca hemos visto antes.
Nunca dejemos de orar para que Dios nos “dé espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de Él. Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados,” para que podamos conocer más de Él: Su esperanza, Su riqueza, Su poder (Efesios 1:17-18).
Satanás pasa cada segundo de cada día mintiéndonos acerca de Dios (Apocalipsis 12:9). Lo exponemos y derrotamos con “la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Con toda oración y súplica orando en todo tiempo en el Espíritu” (Efesios 6:17-18 ). Pide a Dios que te muestre más de Él en Su Palabra este año de lo que nunca has visto antes.
Señor, muéstrame lo poco que sé de Ti.
Satanás es tan desviado que torna incluso nuestro conocimiento de Dios en una tentación de pecado. La ignorancia de Dios siempre nos llevará al mal, pero incluso el conocimiento de Dios puede convertirse en algo malo. Podemos saber lo suficiente acerca de Dios para ser salvos, pero la mayoría de nosotros también sabe lo suficiente como para que este conocimiento nos haga orgullosos.
Como el apóstol Pablo advierte: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica. Si alguno cree que sabe algo, no ha aprendido todavía como lo debe saber; pero si alguno ama a Dios, ése es conocido por El” (1 Corintios 8:1-3). Es trágico cuando la teología que totalmente debe hacernos más humildes extrañamente nos hace pensar más alto de nosotros mismos de lo que debemos pensar (Romanos 12:3).
La verdadera teología por más refinada que sea, por más desarrollada que fuera, por mejor articulada que sea, suena como adoración: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has establecido, digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides?”(Salmo 8:3-4). Mientras Dios muestra más de Sí mismo, pídele que te ayude a ver lo poco que sabes y lo poco que mereces saber lo que sabes. Pídele que te haga humilde.
Señor, haz que lo que sé de Ti sea real en mi corazón.
Desde una edad temprana, el mundo nos ha enseñado a medir el progreso en todas las formas equivocadas. Pasamos veinte o más años aprendiendo un poco más de matemáticas, o un poco más de historia, o un poco más de ciencias, y nos medimos a nosotros mismos año tras año por los resultados de los exámenes y las calificaciones finales. Pero la vida cristiana no es un simple curso de teología sistemática. La madurez es medida por un monitor espiritual en el corazón, no una hoja de respuestas múltiples en un examen de teología. Es a través del carácter, no del conocimiento que tienes en tu cabeza.
¿Cómo convertimos lo que sabemos en verdadero crecimiento cristiano? A través de la oración. La oración es el fósforo que enciende la astilla del conocimiento que hemos reunido con el tiempo. Tim Keller escribe:
“La oración convierte la teología en experiencia. A través de ella percibimos Su presencia y recibimos Su gozo, Su amor, Su paz y confianza, y por lo tanto nuestra actitud, comportamiento y carácter son cambiados. . . . La oración es la forma en que todas las cosas en las que creemos y que Cristo ha ganado, en realidad se convierten en nuestra fortaleza. La oración es la forma en que la verdad trabaja en tu corazón para crear nuevos instintos, reflejos y disposiciones” (Oración , 80, 132).
Con demasiada frecuencia hemos amado lo que hemos aprendido acerca de Dios más que a Dios mismo, y cuando lo hacemos, nuestras vidas permanecen esencialmente iguales. Aprendemos más y más, pero nunca cambiamos. Pero si en realidad nunca cambiamos, ¿hemos realmente conocido a Dios en absoluto? Keller sigue, a partir de Juan Calvino, “Tu puedes saber mucho acerca de Dios, pero no conoces realmente a Dios hasta que el conocimiento de lo que ha hecho por ti en Jesucristo ha cambiado la estructura fundamental de tu corazón” (78).
Más de Dios, menos orgullo y más como Cristo. A medida que el sol se pone en otro nuevo año, que el Hijo se eleve como nunca antes en el horizonte de nuestros corazones.
Una publicación de DesiringGod.org | Traducida con permiso por Alicia Ferreira de Díaz
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